habilidades indispensables para el mundo laboral

El crecimiento del empleo podría tocar techo por la caída «sorprendente» en la participación de los de 35 a 55 años

El crecimiento del empleo podría tocar techo por la caída «sorprendente» en la participación de los de 35 a 55 años

La participación disminuye por el desánimo que sienten porque su formación no se adecúa a la que buscan las empresas

 

El empleo ha mostrado en los últimos años un dinamismo sin precedentes, con un aumento de la afiliación media a la Seguridad Social de 1,29 millones desde finales de 2019, logrado a pesar de la pérdida de puestos de trabajo que se produjo con la pandemia (el PIB llegó a caer un 11% en 2020 y el mercado laboral se resintió), pero después se ha recuperado a un ritmo mucho más fuerte que la propia economía del país.

Detrás de ese «círculo virtuoso» que ha experimentado el mercado laboral, según BBVA Research, está entre otros factores la corriente migratoria que ha recibido España y que ha sido absorbida por el mercado, con una incorporación casi total de los nuevos residentes al empleo. Sin embargo, los expertos de esta institución alertan de que este dinamismo podría tocar techo debido a múltiples factores, entre los que destacan la caída de la participación de la franja de trabajadores de 35 a 55 años.

Según los datos del INE, en media en el año 2023, España contaba con 12,6 millones de activos (personas que trabajan o buscan empleo) de 35 a 55 años, mientras que hace diez años (en 2013) eran un total de 12,8 millones. Hay que tener en cuenta que esta caída se produce en un contexto de incremento del número total de activos desde los 23,2 millones de 2013 a los 23,9 millones de ahora.

En términos porcentuales, esto supone que la proporción de activos de 35 a 55 años sobre el total ha caído desde el 55,2% al 53%. Entre las razones no sólo se encuentra el envejecimiento general de la población, que ha incrementado la proporción de activos de más de 55 años del 13% al 20,5% en sólo una década, sino que también existe una situación de «desánimo» provocada por el desajuste que hay entre la formación que tienen estas personas y las nuevas capacidades que demandan las empresas. Esa diferencia (entre lo que sabemos hacer y lo que nos piden que hagamos) lleva a algunas personas a dejar de buscar empleo.

«El envejecimiento de la población está reduciendo la disponibilidad de trabajadores en edad de trabajar. Esto se une a la sorprendente disminución que se viene produciendo en la tasa de participación de los españoles entre 35 y 54 años. Si bien es cierto que esta se encontraba en máximos al inicio de la pandemia, no se puede descartar que esta tendencia pueda reflejar un desánimo provocado por una falta de encaje entre la formación de las personas que abandonan el mercado laboral y lo que demanda el mercado», alertaba este miércoles BBVA Research.

Esa caída en la tasa de participación de los trabajadores de esa edad se produce especialmente entre los nativos, explican los expertos, ya que los extranjeros que vienen al país lo hacen con la intención y voluntad de conseguir un trabajo (suelen venir para eso).

De hecho, la tasa de actividad -sin desglosar por edad- de la población extranjera en España se sitúa en el 69,4% -siete de cada diez residentes foráneos de más de 16 años trabaja o quiere hacerlo-, mientras que la tasa de actividad de los ciudadanos con nacionalidad española se sitúa en 56,7%. La más alta, sin embargo, es la de los residentes con doble nacionalidad (muchos de ellos son la segunda generación, nacida ya aquí, de padres que inmigraron a España en el pasado, así que todavía son jóvenes en su mayoría), que asciende al 76,8%.

Que los extranjeros contribuyan al empleo del país es muy positivo, ya que nutren la población activa, alivian las dificultades para cubrir vacantes de algunos sectores y contribuyen a las arcas públicas, pero su incorporación tardía al mercado laboral (por ejemplo, en la treintena o cuarentena, si llegan al país a esa edad) supone que su aportación total a la Seguridad Social durante su vida laboral será inferior que la de los que se incorporan cuando son jóvenes -a los 18 o recién terminados los estudios-. El día en que se jubilen recibirán una pensión pública, pero no habrán contribuido a las arcas del sistema con la misma intensidad, lo que podría suponer una tensión adicional para el sistema en el futuro.

CUELLO DE BOTELLA EN EL CRECIMIENTO

Por ahora, la llegada de inmigrantes está compensando la caída en la tasa de actividad de los españoles de edad mediana, pero existen riesgos que podrían complicar el futuro: «Permanecen distintas restricciones de oferta que limitarán el avance del empleo. La inmigración y el avance de la tasa de actividad han permitido que la creación de puestos de trabajo continúe. Sin embargo, no parecen haber ayudado a mejorar la productividad. Esto puede ser síntoma de que se mantiene la dificultad para encontrar ciertos perfiles en industrias y servicios de alto valor añadido», apunta el servicio de estudios que dirigen Jorge Sicilia Rafael Doménech.

«En ausencia de políticas que mejoren la empleabilidad de estos trabajadores o de una política de inmigración que atraiga capital humano complementario al de los residentes en España, estos factores pueden ser un cuello de botella para el crecimiento«, apuntan.

Los inmigrantes que ha recibido España en el último año se han colocado en su mayoría en profesiones de bajo valor añadido que también necesitan nuevo personal -un 22,5% en la hostelería; un 14%, en el comercio; un 12,5%, en la construcción y un 10,5%, en actividades administrativas o auxiliares-. Sin embargo, en otros sectores sigue habiendo carencia de perfiles con formación elevada, un problema que la inmigración no resuelve a menos que sea más cualificada.

La falta de mano de obra cualificada -tanto autóctona como procedente del exterior-; el estancamiento de la productividad, unido a unos costes laborales crecientes (por la subida de salarios y cotizaciones sociales); y a «una regulación que impide el crecimiento de la oferta de vivienda, sobre todo, asequible», que incentive la movilidad de los trabajadores, «puede limitar el avance del empleo» en el futuro cercano, avisan.

Publicado en el Diario El Mundo